Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón...
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón,
como para el
Señor y no para los hombres;
sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de
la herencia,
porque a Cristo el Señor servís.
Colosenses 3:23-24
No. Nadie dijo que comenzar un ministerio sería tarea
fácil. Al contrario, requiere el máximo esfuerzo de aquellos que son llamados.
Los inicios suelen ser momentos muy difíciles, pero generalmente el entusiasmo
que llena tu cabeza y la pasión que recorre tu cuerpo por cumplir el propósito
de Dios en tu vida, sobrepasa cualquier cosa.
Sin importar cuánto hay que hacer o invertir, lo haces
o buscas quién puede hacerlo. Pero a veces, en medio de todas esas actividades
y con el paso del tiempo, el corazón que le ponías a todo lo que hacías ha ido
disminuyendo. Ahora estás tan ocupado, y en algún punto del camino, aunque aún
sigues dedicado a tu misión, la pasión y el entusiasmo se han comenzado a
desvanecer. Perdiste el propósito de lo que hacías y como consecuencia perdiste
la pasión.
Cada año, miles y miles de personas dejan el
ministerio o las iglesias por la falta de pasión en su corazón, desanimados por
las pruebas, la soledad, la depresión o cualquier otro problema que se
presente. Debido a las exigencias emocionales, espirituales, mentales y físicas,
abandonan el barco cuando son zarandeados por el enemigo. Si recientemente has
pasado tiempo pensando en abandonar tu puesto en el ministerio o tu compromiso
con Dios, puedes estar seguro de que no eres el primero que batalla con ese
pensamiento. Sin embargo, no dejes que la tentación te abrume, porque hay
esperanza. Otros también han recorrido ese difícil camino, y han triunfado.
Solo porque tu ministerio no tenga el aspecto que tú
esperabas en el pasado que tuviera, o porque sientas que no tienes la pasión
que tuviste una vez, eso no quiere decir que tengas que tirar la toalla.
Aunque sean momentos de grandes luchas, no durarán
para siempre. Si has perdido la pasión, debes volver al principio para
recuperarla. Debes recordar cuál era el propósito que te movía para hacer esto
o aquello. Ese propósito debe circular alrededor de Cristo.
Tu motivación tiene que ser la gloria de Dios. Lo que
mueve tu corazón tiene que ser Él, no el hombre, ni el reconocimiento, ni la
popularidad, ni el dinero, ni los números. Todo lo que hagas debes hacerlo para
honrar Su nombre, ya que tu recompensa proviene de arriba.
Toma un momento para apartarte y reflexionar en lo que
haya que corregir, habla con Dios y busca dirección en lo que te dice por medio
de la Palabra. De esa manera podrás recargar tu tanque espiritual, renovar tus
convicciones, fortalecer tus emociones, enfocar tu visión y dejar que Dios te
conduzca nuevamente haciendo todo con excelencia y pasión para Su gloria.
Basados en el libro Zarandeados
"En todo amar y servir"
@julsvelazquez
"En todo amar y servir"
@julsvelazquez
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