LA SONRISA PERDIDA DE UN NIÑO


Soy de ese grupo de personas que tienen empatía y gusto por los niños, que disfruta sus travesuras, sus pláticas balbuceantes y actúa como si realmente estuviera en una conversación seria con ellos, normalmente suelo ser cómplice de sus juegos y travesuras.

Una de las cosas más hermosas que disfruto de los niños es verlos sonreír, en cualquier etapa de su niñez, la sonrisa de ellos tiene magia.
¿Les ha pasado que casi automáticamente cuando un niño sonríe, sonríes tú? Es como una fuerza extraña pero muy bella que te invita a ser feliz a través de su felicidad.

Así lo siento yo, la sonrisa de un niño es: como una ventana a su alma, es como sumergirte en un momento de pureza y olvidarte de todo a tu alrededor, es relajante, es divertida, está cargada de energía y es motivadora.

Al hablar de la sonrisa y la energía que contiene, me recuerda esa película infantil de Monsters Inc., ¿la han visto?, les cuento rápido de que trata: Monsters Inc., es una compañía dedicada a asustar a los niños para obtener la energía que abastece la ciudad a partir de sus gritos. Tienen un equipo de profesionales llamados “asustadores”, quienes tienen la tarea de visitar a los niños mientras duermen y asustarlos para con sus gritos poder obtener dicha energía y entubarla. Tras una serie de aventuras y el contacto con una niña pequeña que se les cuela al mundo de los mounstros, descubren que las risas de los niños generan diez veces más energía que los sustos al ser una energía positiva. Por lo que el nuevo jefe de la empresa convierte la fábrica de sustos en una fábrica de risas.

En la vida real pasa exactamente lo mismo, la energía que proyecta un niño mientras llora o sufre es agotadora y depresiva, si él sufre tu sufres, si no sonríe tú te sientes apagado; en cambio, cuando ves a un niño feliz, tu eres feliz.

Les quiero compartir una historia que me partió el corazón, me hizo reflexionar, y me invitó a poner especial atención en todos los chiquitos que me rodean.

Recientemente, me visitó en casa una pequeñita de tan solo dos añitos, dice mi madre que yo “tengo ángel” con los niños, ¿han escuchado ese término? Suele darse a las personas que casi de inmediato establecen una conexión positiva con otra persona, pues bueno, resulta que mi ángel en esta ocasión no fue tan efectivo con esta pequeña.

Ella es mi vecinita y procuro saludarla, cada que la veo, ya sea con una caricia, algún juego o una galleta; pero algo extraño sucede que parece que nunca nada es suficiente para hacerla sonreír.

Como les decía, hace unos días me visitó y la noté más cariñosa que nunca, se acercaba con más confianza a mí y pude sentir como ella esperaba un gesto de cariño. Era como un gatito que te rosa deseando ser correspondido en amor, me dio tanta ternura que una vez cerca, la abracé y lo sorprendente es, que no salió huyendo, se acurrucó en mis brazos, pero por más guiños, travesuras o caras que le hice, no pude provocarle una sonrisa en su pequeño e indefenso rostro. Eso me dolió! Me dolió porque no concebía el ver que un niño de tan corta edad no supiera sonreír!

Al siguiente día volvió y nuevamente tuvimos contacto físico, ahora mientras la invitaba a ver una caricatura y le daba una galleta, se me acercó y como pude, la tomé en mis brazos y la senté en mis piernas, jugaba con ella, nos tomábamos fotos, yo le hablaba, le sonreía y nada; aunque si me miraba y parecía que ponía atención y entendía lo que le decía, su carita era seria, poco expresiva, seguía sin reír… nuevamente sentí en mi interior una sensación de tristeza, me negaba a aceptar que No reía, como si en su pequeño mundo eso no existiera, o fuera algo a lo que ella no tiene derecho.


Mientras observaba su carita, me detuve a pensar en qué tipo de vida le ha tocado vivir y que hay en su entorno… entonces entendí, entendí que ha crecido sin padre, que su madre es una chica inmadura que también tuvo una infancia difícil y a quien tampoco le ha sido fácil sonreír, entendí que efectivamente es difícil dar lo que uno no tiene!

Mi corazón se apachurró pensando en todos esos días que esta chiquita ha pasado sin una sonrisa, tal vez de bebé sonreía, pero con el paso del tiempo, ese hermoso rostro se fue forjando sombrío, sin expresión; es como una niña con una fuerte dosis de votox en su cara. ¿Lo pueden imaginar? No verdad, pero así lucía!

No me detengo a culpar a la madre que está a su lado pero vive ausente, ni al padre que les abandonó, ni a la abuela que falleció justo cuando ella nació, o al abuelo que busco otra familia y desatendió a sus hijos; ahora entienden que no ha crecido en un ambiente óptimo.

Me detengo a pensar, ¿Qué puedo hacer yo para cambiar el mundo de esa chiquita?, ¿Qué hay a mi alcance que pueda hacerla sonreír?, ¿cómo puedo mejorar su mundo?, ¿Qué será de ella si todos seguimos indiferentes a su actuar? Sólo tiene dos años y le es difícil sonreír!!!

Decidí que esa tarde, a como diera lugar, yo le sacaría una sonrisa… y entonces la invité a ver caricaturas, la invité a mi cuarto y la dejé que tomara e hiciera lo que ella deseara, quien me conoce, sabe que soy una exagerada en el orden, pero eso ahora no importó, la dejé que tocara todo lo que le provocara curiosidad. 

Después de un tiempo, me di cuenta que le llamó la atención un peluche que estaba en el sillón, entonces comencé a jugar con ella, pero su expresión era la misma, no sonreía. Pasó otro rato en los que yo buscaba y cambiaba el juguete que le fuera atractivo, cuando de pronto lo encontré… una especie de títeres de dos vaquitas que bailan, se lo mostré como por cinco o más ocasiones y de pronto una curva en su rostro se dejó ver… era una leve sonrisa, mientras ella intentaba sonreír, yo intentaba no llorar, recuerdo que en ese momento yo pensaba: “hazlo otra vez, que no se esfume ese intento de sonrisa, hazlo otra vez”, y al final lo logramos, ella sonreía y hasta un par de carcajadas le pude escuchar... se veía feliz y yo con ella.


Yo no tengo la dicha de ser madre todavía, pero si soy una afortunada y feliz tía que he podido disfrutar de mis sobrinos desde el primer día de su nacimiento, y no recuerdo el rostro de ellos sin una sonrisa, no recuerdo haber pasado con ellos un minuto sin que me hagan reír o haberles robado una carcajada, gracias a Dios no recuerdo eso.

Es la sonrisa de un niño lo que nos inyecta vida, nos da fortaleza, incrementa nuestro amor, nos muestra la pureza de un corazón, y alimenta el deseo de vivir.

La sonrisa de un niño es magia, basta con solo verla para que tu mundo se transforme, basta escucharla para que tus tristezas desaparezcan.

La sonrisa de un niño, es suficiente para que tu corazón se derrita y te dobles ante ellos.

La sonrisa de un niño, es la pureza de Dios en su más clara manifestación.

Procura siempre a tus niños, ámalos, detén tu mundo y sumérgete en el de ellos, créeme que serás tú quien salga reconfortado y lleno de energía para seguir amando la vida, por ellos!

Si eres padre, madre, abuela, abuelo… sabes de lo que hablo.

“Fomenta siempre la sonrisa de un niño”

©Julsvelazquez
“En todo amar y servir”







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