En memoria de mi Padre - Aprendiendo sin él

Me encontré en este punto de mi vida, aprendiendo nuevamente por primera vez...

Mi primera vez sin recibir su abrazo en mi cumpleaños.

Mi primera vez sin darle un beso y un abrazo en su cumpleaños.

Mi primera vez en navidad con su silla vacía.

Mi primera vez de un año nuevo sin estrechar mi copa con él.

Mi primera vez de nuestros desayunos en el patio sin su plato al lado del mío.

Mi primera vez celebrando en familia, sin su presencia.

Mi primera vez de un accidente en carretera sin saber a quien recurrir.

Mi primera vez con temores y dudas en la vida sin sus sabios consejos.

Mi primera vez de un momento alegre sin él.

Mi primera vez sin poder compartir un logro laboral con él.

¡Mi primer año sin él! Aprendiendo a vivir todo por primera vez, sin él.

 

Todos tenemos una fecha y una hora en donde se nos partió la vida, en donde la vida nos golpeó con tal dureza que dudamos poder levantarnos para seguir adelante. Todos tenemos un evento que nos marcó y nos cambió el rumbo que creíamos seguro. ¡Todos tuvimos que volver a empezar en algo y sin alguien!

 

Para mí, fue hoy, hace un año. Recuerdo cuando recibí esa llamada en la que me decían: “hicimos todo lo posible…” y me anunciaban su muerte! Recuerdo que en ese momento escuché mi corazón partirse en mil pedazos y se me pausó la vida, extrañamente mi corazón siguió latiendo.

 

Por momentos, la esperanza de una vida eterna es nuestra fortaleza y en otros nos invade el dolor y la tristeza, y es que, nunca imaginamos que un día tendríamos que empezar a aprender a vivir sin él; y lo cierto es que no sabía cómo eso iba a ser posible, y así, simplemente continuó la vida, un día más y un día más. Hoy ha pasado un año de su partida, hoy se cumple un año de esa terrible llamada y aquí sigo, aquí seguimos aprendiendo y viviendo nuevas “Primeras veces sin él”.

  

Sin duda, este proceso no ha sido fácil, perder a un ser tan amado y tan especial te rompe el corazón por completo; pero como lo dije en su momento, no ha sido con mis fuerzas sino con las de Dios que hemos podido salir adelante superando su partida y confiando en los planes y la voluntad de Dios. La soberanía de Dios no tiene explicación, solo sé que es verdad que Él nos ha equipado con todo lo necesario para salir adelante. Él es quien nos sostuvo, nos sostiene y nos sostendrá siempre, aferrarse a sus promesas es lo mejor que podemos hacer.

 

Hoy, un año después, confirmo que solo por la gracia y el amor de Dios es que uno puede salir adelante en cualquier desierto que nos toque atravesar. Hoy comprendo que habrá situaciones de las que tal vez nunca tendremos las respuestas que queremos y nos toca solo confiar y aceptar. Hoy sé que quienes seguimos en este espacio terrenal tenemos el compromiso y la obligación de vivir y honrar con nuestra vida, pensamientos y acciones a quienes se nos adelantaron. Y que, recordar todo lo bueno y ser agradecidos por ello nos será de mucha más bendición que vivir en la queja y el desánimo. 

¡Lo amo por siempre papá!

¡Gracias por tanto amor y tanta enseñanza con su vida y sus acciones!

 

En memoria de mi padre GVP (1958-2021)

 

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